Grandes desconocidas que merecen su lugar en la historia. Cuando comencé a documentarme para la realización de este comentario, tras cada descubrimiento, quería saber más sobre la impresionante figura que he conocido en profundidad: Isabel Oyarzábal Smith, también conocida como Isabel de Palencia.
Imagen original: https://www.cervantesvirtual.com/images/portales/isabel_oyarzabal/graf/imagenes/05_retrato_de_isabel_oyarzabal_s.jpg
Estoy convencido que grandes figuras masculinas han tenido
mayor reconocimiento en la Historia a pesar de haber realizado aportaciones
menos significativas. Porque las de esta malagueña nacida en el último tercio
del siglo XIX dieron para mucho. Según leía sobre todo lo que hizo, todas a las
que representó y los grandes hitos que consiguió, mayor es mi admiración y mi
propia indignación por no haber conocido hasta ahora su valiosa aportación en
un mundo convulso que se movía a contracorriente en defensa de los derechos de
las mujeres. Una época en la que esa lucha podía ser incluso peligrosa, pero en
la que ella se implicó sin cortapisas. Ojalá en mi ciudad, Málaga, su valía y
contribución fuera mucho más reconocida. Te invito a que conozcas su
apasionante vida a continuación:
Isabel nació en 1878 en Málaga. De padre malagueño y madre
escocesa, se crio en una familia burguesa con seis hermanos más. Ya en el
colegio comenzó a demostrar cierta inquietud ante las normas impuestas y muy
joven inició su andadura en el mundo de la actuación, lo que le permitió viajar
y conocer nuevas culturas y mentalidades.
Gracias también a su familia materna, realizó algunos viajes
a Reino Unido, en el que llegó a conocer a reconocidas sufragistas. Su conocimiento del idioma inglés también influyó en su labor como
intérprete, traductora y profesora de español.
Para continuar su carrera como actriz, Isabel se trasladó a
Madrid, donde además de su faceta sobre las tablas, comenzó a realizar críticas
teatrales. Rodeada de un círculo literario repleto de escritores y artistas, en
el que también se encontraba su marido, Ceferino Palencia, explotó su vocación
periodística, fundando junto a dos de sus hermanas la revista femenina La
Dama y la Vida Ilustrada, que, a pesar de su nombre, sin duda fue una
grandísima aportación a la implicación y reivindicación de los derechos de la mujer
en aquella sociedad de inicios del siglo XIX, en plena segunda ola de la
igualdad. En sus páginas se recogían cuestiones sociales que afectaban a la
mujer, así como las pretensiones del voto femenino cada vez más necesario. Obviamente,
el deseo femenino era ser reconocidas como ciudadanas en las mismas
condiciones, derechos y responsabilidades que los hombres.
Corresponsal en numerosos medios, también destacó su labor
como conferenciante, con temas tan relevantes como la situación de la mujer en
nuestro país o la significancia de la Segunda República, de la que llegaría a
ocupar importantes cargos años después. Tras ser candidata a las Cortes en 1931,
en las que no consiguió escaño, también obtuvo plaza como inspectora de trabajo,
participando activamente en la OIT en Ginebra. Poco tiempo después, la
malagueña llegó a ser representante del país en la Liga de las Naciones y fue
la primera embajadora española en Suecia y Finlandia.
¿Su aportación al feminismo de la época? Incalculable. La lista de las asociaciones y organizaciones en la que participó y formó parte es igual de numerosa, llegando a ser vicepresidenta de la Asociación Nacional de Mujeres Españolas - ANME. El Consejo Supremo Feminista de España o la Agrupación Feminista Social fueron otras de las entidades con las que colaboró, claro ejemplo de lo incansable de su espíritu y de lo inmenso de su aportación.
Debido a su labor e implicación con la II República, se
exilió en 1939 en Ciudad de México donde no cejó en su labor y participó
activamente en la Unión de Mujeres Españolas de México. Continuó escribiendo
toda su vida, a veces utilizando el seudónimo de Beatriz Galindo, hasta su
fallecimiento en 1974.
En una época dominada por lo masculino y en la que no solo
pensar diferente, sino que incluso pensar por sí mismas ya podía ser
considerado indecoroso o incluso peligroso, Isabel no dudó en seguir adelante
con sus convicciones, escribiendo, trabajando, luchando por los derechos de la
mujer, en España, Europa o el resto del mundo. Su esfuerzo por una sociedad más
justa e igualitaria para mujeres y personas trabajadoras en unos años de cambio
y evolución deben ser reconocidos. Quizás el exilio eclipsó la historia y aportaciones
de Isabel Oyarzábal hasta nuestros días, pero sin duda, su figura debe contar
con mayor protagonismo y situarse entre los grandes nombres de la historia de
nuestro país y su lucha por la igualdad.
“El tiempo pasa y
no en balde, y cada época trae consigo el sello y carácter especial de un
adelanto, de una mejora, de un cambio radical en costumbres que parecían para
siempre arraigadas”.
La autora incluyó estas palabras en el nº 5 de La Dama y la
vida ilustrada. Traigamos esas palabras a nuestro presente y que cada uno de esos
cambios que auguraba Isabel siempre sean para mejorar.
Fuentes y recursos:
Biblioteca virtual Miguel de Cervantes: https://www.cervantesvirtual.com/portales/isabel_oyarzabal/autora_biografia/
Biblioteca Nacional de España: https://www.bne.es/es/autores/palencia-isabel
Ministerio de Cultura: https://www.cultura.gob.es/cultura/areas/archivos/mc/centros/cida/4-difusion-cooperacion/4-1-guias-de-lectura/escritoras/isabel-de-palencia.html
Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de España: https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/results?parent=82f21551-e237-4cce-9306-af18cc95827e&t=alt-asc
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